BASADO EN HECHOS REALES

CCLXXII | A PROPÓSITO DE LOS PROPÓSITOS LABORALES DE FIN DE AÑO, POR GENERACIÓN

misterhello
Jose Manuel Hernando

Director Creatividad Estratégica ATREVIA

Lo de salud, dinero y amor es un clásico atemporal que, con matices, se mantiene Impertérrito generación tras generación. Pero si trasladamos lo de los deseos de fin de año al entorno laboral, no hay tanto consenso generacional. En este post y usando la famosa pirámide de Maslow como estantería, analizo su evolución desde nuestros padres a nuestros hijos, y lo voy colocando en sus estantes. Veamos. Leamos.

Supongo que todos nos hemos preguntado con el mismo nivel de curiosidad, por qué nuestros progenitores vivían para trabajar, mientras nosotros abogábamos por trabajar para vivir. Y por suponer sigo suponiendo que el cuestionamiento de nuestros hijos es sencillamente vivir y trabajar, pues asumo que para ellos esto no va de conformarse, sino de confirmarse en el convencimiento de que ambos mundos son compatibles y compartibles. Y tal y como por lo menos yo les he aleccionado, puestos a pedir, lo piden todo. Pero vayamos por partes.

Como decía en la intro, voy a apoyarme en la famosa pirámide de Maslow para alinear gustos y preferencias que cada generación reclama para sentirse plenamente realizados. Y empezamos con los baby boomers, esa generación nacida a mitad del siglo pasado cuyas aspiraciones se anclaban en la base de la pirámide; techo, familia y comida, y un trabajo para permitirlo. Y si había suerte, un apartamento en Torrevieja, Alicante, acumulando pagas extras, o como gran premio del Un Dos Tres.

propositos 2025

Foto Original:

Cartel película «El último escalón» 1999 . David Koepp

Luego llegó la generación X, los que con suerte peinamos canas, y de los que por lo que sea, nuestros abuelos decían que necesitábamos una guerra. No teníamos muy claro qué queríamos, pero sí sabíamos lo que no, y por no, entendíamos que la vida era algo más que cubrir nuestras necesidades básicas y vitales. Fue por aquel entonces cuando unos señoros muy ceñudos con estudios, dijeron que se daba por inaugurada la era del ocio, pues descubrieron que el equilibrio entre lo personal y lo profesional era tan necesario como el pelo para Sansón. Y tanto en el trabajo como en la vida personal, subimos un peldaño de la famosa pirámide, para además de las necesidades sociales, reclamar el derecho al sentido de pertenencia y la estima.

Y de repente aparecen los Millennials, una generación con un problema de autoestima, y no precisamente por su carencia, que se veían con vía libre para cambiar el mundo y comérselo. A muchos de los suyos al igual que a muchos de los nuestros, el mundo también se los ha comido con patatas, pero como parecían tener hoy la piedra rosetta del mañana, cambiaron las reglas del juego laboral, y muchas compañías entraron por su cuadratura del círculo. Así, esta mal llamada generación de cristal, pidió una escalera para subir al peldaño más alto de la pirámide, la de la autorrealización plena, y se la dieron. Y poco después, muchos desde su alta atalaya observan con preocupación como bajo de los adoquines no había arena de playa, y que el concepto cúspide es algo completa y absolutamente relativo.

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Sí, porque cual zombis en Guerra Mundial Z, una nueva generación que hereda la última letra del diccionario, escala con rapidez para llegar a lo alto de la pirámide con la intención de añadir algún que otro piso más. Ellos son nativos digitales y no comprenden el concepto trabajo, pues para ellos todo son experiencias, por supuesto digitales. Si por ellos fuera solo teletrabajarían, o telexperimentarían, y lo harían desde cualquier punto del mundo, a cualquier hora del día, indistintamente del día de la semana o del mes. Valoran los valores por encima de todo, aunque no dan valor a sus propias contradicciones. Creen que en el crecimiento constante y apuestan por empresas que se lo prometan. Y sí, vienen con mucha prisa y empujando tan fuerte que están dejando como anecdóticos los caprichos y exigencias de sus antecesores los millennials.

El qué nos depara el futuro laboral no lo sacamos ni con la bola de Rappel, pero está claro que empresas y líderes que poco cambiaron con los X y mucho con los Y, se están empezando a poner las pilas de verdad ante los Z. Y aunque su oferta diferenciadora suele ser menos diferenciadora que el surimi, de repente ves empresas que se declaran pet friendly, que apuestan por el nomadismo digital o que ofrecen clases de yoga al mediodía. Y yo no sé si es el camino para retener y captar, pero por lo menos demuestran que han entendido que esto de trabajar va de vivir, y no de sobrevivir.. Veremos a ver si lo veo antes de verme pasando buenos ratos echando pan a los patos. Espero que sí.

Porque esto es misterhello y estamos para eso, para hablar de comunicación interna de una forma diferente. ¿Hablamos?

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