PENSANDO PENSANDO
CCXLIV | REALMENTE ESTO DE LA AUTOAYUDA AYUDA?

Jose Manuel Hernando
Director Creativo ATREVIA
A pesar de quedar sobradamente demostrada su ineficiencia, el concepto de autoayuda sobrevive generación tras generación renovándose y actualizándose con los nuevos demandantes, canales y necesidades. En un momento en que se ha universalizado el concepto de felicidad asociada al éxito, y la idea de que si no lo conseguimos es porque no queremos, una multitud de cantamañanas (singermorning para los amigos) han visto en esto de la autoayuda el vehículo ideal para ayudar, pero solo a sí mismos. Sobre ello y ellos va este post. Veamos. Leamos..
Lo siento, alguien tenía que decirlo. Toda esto de la autoayuda, autoconfianza, autoconocimiento, autocrecimiento, autodesarrollopersonal o todo el resto de milongadas del tipo autohaztelotumismoperoantespágame, me parecen una supina fantochada. No estoy diciendo que muchos de ellos no ayuden a autoayudarse, solo critico a los jetas que se aprovechan de la necesidad ajena vendiendo manuales de instrucciones o compendios de lógica aplastante, a precio de oro. Por eso para definirlo iba a usar alguna derivada léxica de timo, estafa, engaño o fraude, pero he preferido este término por lo que implica de manejo intencionado y descarado.
Hoy en día todo se mide por el parámetro de la felicidad. Una empresa es exitosa si el nivel de felicidad de sus empleados es alto, y si no lo es, hay que montar una liguilla de futbito o instaurar la hora del masaje para subir ese ratio. Y no funciona así, pues no se puede estandarizar lo de ser feliz pues a cada uno nos hace feliz una cosa. En esta búsqueda individual también tenemos un problema grave de percepción entre lo que es y lo que nos gustaría que fuera, por lo que obramos con unos parámetros un poco distópicos de la realidad. Es lo que yo llamo el efecto Rocky, y es que visualizamos la imagen del triunfador como en la escena de la famosa película con nombre de pantalón deportivo ochentero victorioso en lo alto del ring, con tan solo unos minutos fílmicos de entrenamiento subiendo escaleras, golpeando carne o corriendo por el bosque con sacos de garbanzos. Y como esto no es real, ahí está la autoayuda prometiendo esos cambios milagrosos en tiempo record que nos ayudará a obtener el reconocimiento social o laboral que merecemos.
Para entender el mecanismo de la autoayuda te recomiendo que visites una tienda en la calle San Alberto de Madrid llamada “La santería milagrosa”. Su propio fundador reconoce que cuanto peor le va a la gente, mejor les va a ellos. En su interior venden todo tipo de pócimas, brebajes, conjuros y aparatos para solucionar la práctica totalidad de males que aquejan al ser humano, incluidos la homosexualidad y la calvicie. Su éxito depende de dos factores, la facilidad y la discreción. Y además para que funcione hay algo fundamental, que no sea barato. Recuerdo un director de marketing afirmando que la clave para que funcionara su fármaco para dejar de fumar era el precio “cuanto más alto más posibilidades de éxito”, declaraba. Bueno, pues en el mundo de la autoayuda funciona un poco así.

Cartel película «El cantor de Jazz»
1927
Alan Crosland
Hay un tema sorprendente en este mundillo que me tiene loco, y es el de la potestad. Exigimos transparencia y credibilidad a instituciones públicas y compañías privadas, y si el acuerdo tiene más de un scroll, lo damos por bueno sin más. Y sin embargo si alguien dice ser poseedor de la verdad verdadera del éxito y la felicidad, y como prueba irrefutable lo casca en un site impoluto de wordpress con datos y testimonios más falsos que un fuera de juego en un futbolín, lo damos por bueno sin más. Y es que además de buena gente, somos perezosos y conformistas por definición, y seguimos creyendo en el mito de la cenicienta. Y los jetas conscientes de ello te cautivan mostrándose como alguien que ha estado exactamente en el mismo punto en que estás tú, y merced a su generosidad extrema, van a hacer que tú seas tan exitosas o más que ellos. Y bueno, yo no digo que si sigues sus instrucciones precisas no lo consigas, el problema es que no hay sitio para tanto cantamañanas…
Cierto es que aunque lo parezca, esto de nuevo no tiene ni el nombre. Originariamente se usó para definir una serie de manuales que ayudaban a gestionar sus papeles a los emigrantes que con una mano delante y otra atrás, llegaban a Estados Unidos. Y así siguió hasta los años 50 en que un madmen de la vida decidió que era un buen término para denominar cualquier cosa que bajo la infalible ley del abracadabra, ayudara a que uno mismo consiga el éxito personal o profesional que se merece. Y ahí empezó todo, como si ser feliz o tener éxito fuese una decisión personal. Libros de autoayuda, charlas motivacionales, talleres de pensamiento positivo, cursos de crecimiento personal, costoso masters en pseudomarketing para iniciarte en el autoemprendimiento… y un ejército de gurús del saber predicando con el ejemplo y autoyudándose a forrarse. Y siglos después ahí siguen los buhoneros vendiendo tónicos milagrosos. Bueno, no olvidemos que uno de ellos es hoy una de las compañías de refrescos más importantes del mundo, aunque hoy no lo vendan como tónico ni como milagroso…
La clave de esto de la autoayuda está en delegar en cada uno su éxito o fracaso, por lo que si no lo consigues es porque no lo has entendido, no lo has aplicado bien o sencillamente porque eres un necio y no te lo mereces. Vender ilusión a granel crea adicción, por lo que es normal entrar en una espiral de cursos, libros, charlas y tertulias que se acaban convirtiendo en una forma de vida. Si te fijas en los cientos de autoayudadores que pululan por la red, todos siguen el mismo método, lo que te hace pensar que todos han hecho el mismo curso. Los libros funcionan más o menos igual, y cada año surgen cientos que un carácter más o menos renovado, prometen siempre lo mismo. Conservo como oro en paño uno de los años 60 llamado “aprende italiano en cuatro semanas” que en caracteres extrabold anuncia “de los creadores de aprende a francés en seis semanas… ahora fórmula renovada”. Por supuesto al final del libro y en letra pequeña se eximían de toda responsabilidad si en el tiempo previsto no cumplías la promesa del título…

La realidad es que muchas más personas de las que creemos hemos caído en la fórmula mágica de la autoayuda en algún momento de la vida, pues la tentación de adquirir valiosos y transformadores conocimientos de forma rápida y exclusiva, es poderosa. Y aquí además de titulaciones profesionales con menos valor que un cromo del coyote, incluyo métodos milagrosos para dejar de fumar, ser más exitoso o atractivo socialmente, profundizar en los secretos de las criptomonedas, o encontrar el verdadero sentido de nuestras vidas. Y sí, es posible que seguirlos nos haya hecho sentir mejor por tomar de una vez las riendas de nuestra vida y hacer algo para poner remedio a nuestros males, carencias o anhelos. Pero cuando al final descubrimos que no eran gigantes sino molinos nos quedan dos opciones; caer en la autodepresión y la autocompasión y olvidarlo, u optar por el autoengaño y declarar a los cuatro vientos sus bondades y beneficios. Curiosamente la mayoría de la gente elige la píldora azul…
“A Dios rogando y con el mazo dando”, decía mi abuela que aunque creyente, también era muy práctica. Y ”yo soy yo y mi circunstancia”, decía Ortega que aunque poco creyente, de práctico tampoco iba falto. Y es que esto de la ayuda tiene mucho de humildad y de dejar de pensar que nuestros problemas son nuestros y que debemos solucionarlos nosotros. Y es que siendo justos, creo que hay un gran número de personas y profesionales que realmente ponen a disposición de los demás sus experiencias y conocimientos para ayudarles a mejorar, cambiar o recuperarse. Me refiero tanto a los que de forma altruista se curran un blog, un podcast, una charla o una asociación por el mero placer de ayudar. O a los profesionales de cada materia que lógicamente obtienen una contraprestación justa por su labor, y aquí incluyo a psicólogos, nutricionistas, educadores, economistas, comunicadores o mediopensionistas.
Y es que creo sinceramente que partimos de premisas equivocadas. La felicidad es un medio y no un fin en sí mismo, y es algo que se encuentra, no se busca. Que no te engañen, la fe no mueve montañas y además de reflexionar sobre el concepto de éxito, no siempre somos responsables de nuestro fracaso. Y si de verdad necesitas ayuda para ser o estar mejor, ponte en manos profesionales y no escuches los cantos de sirenas de los singermorning porque son ellos los que nos necesitan a nosotros. Y con respecto a la pregunta del título sobre si la autoayuda ayuda, la respuesta es sí, pero solo a los jetas que a cambio de oro te dan pirita. Así que si quieres autoayudarte autoayudate, pero no dejes que nadie se meta en ello …
Porque esto es misterhello y estamos para eso, para hablar de comunicación interna de una forma diferente.¿Hablamos?