BASADO EN HECHOS REALES
CCLIX | MIEDO A CAMBIAR DE TRABAJO? PUES NORMAL…

Jose Manuel Hernando
Director Creatividad Estratégica ATREVIA
Peor que buscar un nuevo trabajo y no encontrarlo, es que te salga y no atreverse a cogerlo. El miedo al cambio es normal y poner escusas lo habitual, pero no justifica el no atreverse a dar el salto. En este post trato el tema desde primera y segunda persona para que sin caer en decisiones kamikazes, igual ayude a alguien a tomar la decisión mejor, y no la más cómoda o lógica. Veamos. Leamos…
Está claro que el término “zona de confort” no da lugar a dobles interpretaciones; es un lugar donde estamos a gusto, y punto. La idea de “dejar la zona de confort” también se presta a pocas variaciones; es dar el paso para buscar nuevos horizontes y asumir el riesgo que conlleva. Y ahí es donde los vendemotos de la autoayuda nos instan con reflexiones de bragueta y revolcón del tipo “venga, tú puedes”, “está en ti”, “te lo mereces” o “luego no te quejes”. Y ante tanto mesías del facilismo olvidamos que la fe no mueve montañas, y que no todo depende de nosotros. Pero en algo sí tienen razón, y es que si estás mal en tu vida o en tu trabajo, pero de verdad, es uno mismo el que debe dar el primer paso y hacer camino al andar. Hablemos de los que viendo una salida en su caminar les entra el miedito, y haciendo caso del viejo dicho del “malo conocido” miran para atrás con dudas.
“Lo que sea será, no se puede predecir, mañana está aún por venir. Lo que sea será. Ya te llegará” cantaba Doris Day hace 67 años. “Carpe Diem” recitaba Horacio 2.021 años antes de Doris Day. Y ambos desde el nihilismo más absoluto y asumiendo que la predestinación es una falacia bíblica, nos invitan a vivir, disfrutar, apostar e invertir por el presente, sin más. Pero este “dar el salto” no es tan fácil de hacer sin más, porque se nos da mal gestionar la incertidumbre. Y si aquí incluimos el mítico síndrome del impostor al que próximamente dedicaré un post en exclusiva, que nos puede hacer optar por el continuismo ante el posible riesgo de que en el nuevo puesto se den cuenta de que yo realmente, no valgo para esto. Pero volvamos al tema del pánico escénico, sus causas y sus efectos.
Igual nos podemos pregunta sobre cual es el momento de cambiar de trabajo, pues su respuesta no es tan básica como “cuando estés hasta las narices de él”. Si me baso en mi experiencia personal, puedo ofrecer cinco causas clasificadas por orden de importancia y si, el económico lo ubico en último lugar:
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Veo una amenaza grave y real por el futuro de la empresa y/o el mío…
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No estoy de acuerdo en la forma en que se trabaja o con los valores de la compañía…
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No crezco personal ni profesionalmente. La rutina y el tedio me devora…
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No hay buen ambiente laboral y no se hace nada para mejorarlo…
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No me pagan lo que considero justo…
Si coincides en un mínimo de dos afirmaciones, no te quepa duda que ha llegado tu momento…

Foto Original:
Cartel película «Pánico en la escena»
1967
Alfred Hitchcock
No te sientas mal por hacer este tipo de ejercicios. Es más normal de lo que podemos llegar a creer que al igual que en el matrimonio, en el trabajo las personas sin estar bien no estén mal y por ello, van tirando. El problema es cuando la balanza se descompensa en extremo y lo de buscar nuevos horizontes ya no es una opción, sino una obligación. Y nos ponemos a ello, tiramos de contactos, de linkedin, de headhunters o de puerta fría. Y aunque no salga nada porque cuesta, el saber que estás en ello te da fuerzas y esperanza. Y de repente un día llega esa esperada llamada o mail. Y una entrevista lleva a otra, y otra a otra, y finalmente la oferta. Y ahí empiezan las dudas porque claro, cambiar hábitos, compañeros, formas de trabajar, jefes, horarios, es complicado.
Y esto literalmente es lo que yo le llamo pánico escénico porque se vive la misma parálisis que sufren muchos actores cuando suben al escenario. Si has hecho alguna vez teatro sabes de lo que hablo. Esta angustia vital que nos hace predecir un futuro catastrófico es bastante natural, pues nuestro instinto de supervivencia activa nuestro miedo, para evitar la exposición a peligros de forma innecesaria. Y aunque esta reacción natural no necesariamente está relacionada con una experiencia pasada traumática, es más que evidente que nuestro historial negativo acrecienta nuestro miedo y por tanto, nuestra indecisión. Y es en ese momento en que lo normal es pensar que bueno, que tampoco estás tan mal, que los hay que están peor, que igual has exagerado un poco, que fuera hace mucho frio, que a ver si te va a pasar lo de fulanito de tal o lo de menganito de cual… Y así nos creamos y creemos un sinfín de excusas con la misma razón de la sin razón que lo hacemos para no ir al gimnasio, no acudir a la cita con el dentista o no dejar de fumar.
Como decía antes, el pánico escénico se caracteriza por adelantar pensamientos negativos sobre el futuro, y eso puede hacer que tomemos decisiones completa y absolutamente desafortunadas. El buscar excusas para elegir una relación personal o profesional nociva en vez de una nueva oportunidad se puede asociar también al conocido síndrome de Estocolmo. Según dicta la madre Wikipedia “El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su secuestrador o retenedor.” Y sí, vale, realmente un trabajador no está secuestrado ni en contra de su voluntad en la empresa ni por el empresario, pero indicadores como la insatisfacción laboral, el síndrome postvacacional o el temible ratio de suicidios laborales nos hace pensar que igual no es tan desafortunada la comparación. Y lo dejo ahí…

La media de permanencia de nuestros padres en una empresa era de toda la vida y según la OCDE la nuestra de unos diez años. Y según veo por ahí, la de las generaciones que están por venir no llega a los 3. El poder de las empresas para captar y retener talento hace mucho que se ha invertido, e igual que un matrimonio, lo de que un trabajo es para toda la vida cada vez suena más a historia del abuelo Cebolleta. Conformarse como digo no es una opción. Hay que asumir que el miedo es normal, que todos lo tenemos y que lejos de paralizarnos, debemos usarlo a nuestro favor para mantenernos alerta. Porque esto de cambiar tiene sus riesgos, no lo olvidemos, y cambiar por cambiar, tampoco es.
Decía Victor Hugo. “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”. Yo unas cuantas veces he cambiado futuros en seguros caballos ganadores por presentes en unicornios de colores. Porque quería y porque podía. Pero no ha habido una sola en la que no me hayan dicho que estaba loco, y en la que no hubiera tenido miedo de que tuvieran razón. Pero nunca me he arrepentido de mis decisiones. Evidentemente no siempre me ha salido la jugada como esperaba, pero en esas ocasiones y como dice el dicho “si me dan limones, hago limonada”. Con eso lo que quiero decir es que a veces el camino es el destino y el donde nos lleve depende de cómo lo camines.
Y termino con una confidencia. Hay pocas cosas de las que yo me arrepienta en mi vida, pero a parte de lo de casarme por la iglesia y vender mi colección de Spiderman de Romita lo que más siento es una oportunidad laboral que dejé pasar por puro pánico escénico. Vivía yo una relación laboral enferma a la que había accedido a golpe de talonario, y mientras tanteaba varias opciones laborales “seguras” me cayó del cielo un proyecto para fundar una agencia online con mucho capital y más riesgo. Cansado de los estallidos de las puntocom y de que me reventaran en la cara, decliné la oferta y me decanté por la seguridad de una multinacional en la que duré tres meses de puro aburrimiento. Hoy esa agencia tiene su sede en Palo Alto y el que iba a ser mi socio vive en una casita colonial a 5 minutos de Francis Beach. Ahí lo dejo. Cierto es que el futuro es incierto pero lo que tengo claro es que para que te llegue, hay que ir a por él. Y por supuesto ten miedo a equivocarte por intentarlo, pero ten mucho más miedo a equivocarte por no intentarlo.
Porque esto es misterhello y estamos para eso, para hablar de comunicación interna de una forma diferente. ¿Hablamos?