PENSANDO PENSANDO
CCXXVII | ESTUDIAS O TRABAJAS? AH, PERO HAY QUE ELEGIR…?

Jose Manuel Hernando
Director Creativo ATREVIA
El trabajo es el fin último hacia el que orientamos toda nuestra vida, y la decisión sobre el camino a seguir la tomamos a una edad en la que no podemos conducir, votar ni hacernos un tatuaje sin permiso. La vida no es un juego pero hay tantas similitudes entre ambos mundos que no es osado aventurar que todos vivimos con las cartas que nos toca jugar y que depende de cómo lo hagamos, tendremos éxito o fracaso. En este post reflexiono sobre decisiones, vida y juego, y trato de desterrar algún que otro mito sobre esto del trabajo y del trabajar. Veamos. Leamos…
La pregunta de si estudias o trabajas es un clásico arranque de conversación que determina el resto de la charla, puesto que la diferencia de perspectivas y posibilidades entre ambas realidades es notable. El que todos tengamos la posibilidad de acceder a unos estudios superiores para ascender en la escala social y laboral además de teórico es algo relativamente nuevo, pues hasta prácticamente la revolución industrial lo normal era que las personas vivieran y murieran en el mismo estrato social en que habían nacido. Pero con todo y con eso, es más que evidente que la gradación en la clase social facilita la adquisición de formación más elitista, favorece la generación de contactos cualificados y ayuda el acceso a trabajos mejor remunerados. Además por supuesto de que si se tienen las necesidades básicas cubiertas y “colchón” es más sencillo digamos, ser más osado o como dicen los pijos “outsider”, no?
A principios del siglo XX un psicólogo hijo de la Gran Bretaña llamado Cyril Burt compartió su teoría de que la inteligencia humana era una cuestión genética y que por tanto los ricos eran ricos porque genéticamente eran más listos y los pobres más pobres porque además de vagos, eran más tontos. Su teoría era mucho más compleja pero en resumen venía a decir algo así, y por increíble que parezca, esta idea determinó el destino de varias décadas de ingleses ya que impuso como requisito para acceder a la universidad, el que los estudiantes superaran su test. Por supuesto las clases pudientes no tenían que pasar por ello puesto que como pasa actualmente, con dinero no hay nota ni cociente de corte. Tras su muerte y demostración de que su teoría empírica era falsa porque había inventado y manipulado los datos, la razón se impuso y con un poco más de rigor científico se demostró que la inteligencia no es algo social y que por tanto los factores para alcanzar el éxito profesional nada tiene que ver con la clase social sino más bien con las posibilidades o imposibilidades que marca la realidad social de cada uno. Pero por supuesto no es tan simple, hay mucho más.
En 1861 Milton Bradley creó uno de los juegos de mesa más vendidos de la historia; Camino de la vida. A través de la típica mecánica de tablero con casillas y cartas, los jugadores debían hacer un recorrido por su vida a partir de la puntuación que les daba una ruleta (los dados estaban prohibidos pues se relacionaban con el diablo) con el único objetivo de no arruinarse. El inicio del juego que arrancaba en la adolescencia, lo marcaba una decisión; trabajar o estudiar. Milton, que vendió 50.000 copias del juego en el año de lanzamiento y que fue el germen del famoso emporio juguetero MB, lanzaba un mensaje claro; más allá de la suerte, nuestras decisiones marcan nuestro destino. Y es que como en las famosas novelas “Elige tu propia historia” cada uno es presa de sus decisiones, aunque en el juego había un gran número de cartas, casillas y decisiones de los otros jugadores que podría repercutir positiva o negativamente en tu destino.

Cartel película «Casino»
1995
Martin Scorsese
La realidad es que la edad en que concluidos los estudios básicos hay que tomar una decisión sobre nuestro futuro, coincide más o menos con el estreno de la mayoría de edad, el voto y la licencia de armas. Todo de golpe. Es un momento confuso en el que creemos saber todo, y en realidad no sabemos nada. Y ahí están los padres que por tradición nos enfocan hacia la universidad y por sentido común hacia una carrera con futuro, dejando fuera disciplinas tan necesarias como la historia, filosofía, lengua y literatura o educación musical. Por supuesto de estudiar una Formación Profesional, ni hablamos. Y lo de trabajar, qué quieres, matar del disgusto a tu madre? Y así queriendo sin querer se “aconseja” sobre los “qué”, los “dóndes” y los “cómos”, y se olvida hablar de los “por qués” porque no se conocen las respuestas. Porque, como decía Machado “Bueno es saber que los vasos sirven para beber. Lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed”.
Y así como todos queremos lo mejor para los nuestros, ponemos todo lo nuestro al servicio de ese mercado formativo que está dando más beneficios que todas las cocas y las colas juntas. Y empezamos a ver con naturalidad lo de hipotecar la casa para pagar una privada, que es donde están las oportunidades. Y lo de pedir un crédito para el master, que solo con la carrera no vas a ninguna parte. Y lo de pulir los ahorros para el doble grado de la niña, que la competencia es muy dura y con una carrera no te cogen. Y eso sin mencionar la formación complementaria a la que tanto listo e iluminado se han apuntado ofreciendo formación online por un coste similar al PIB de un país africano tamaño medio. Y los cursos de verano, y los coach, y el material formativo, y el inglés nivel Shakespeare, y el curso de mecanografía en la Academia Ripollés…
Y pasan los años, pasan los meses, pasan los días, y esos retoños que iban a comerse el mundo con patatas se ven devorados, y solo como guarnición. Y ven que a pesar de competir en currículo formativo con el CEO de cualquier empresa del IBEX, tienen menos experiencia profesional que Patricio y Bob Esponja juntos. Y hartos de ser el eterno becario, empiezan a rebajar las expectativas y tirar de networking porque la edad y el novio, la novia o el novie aprietan. Y entonces descubres que eso que te han contado de que el trabajo dignifica no funciona si el trabajo no es digno. Y te indignas, y con razón. Y como la sombra de la duda planea sobre su presente y el futuro pinta bastos, es el momento de los ysis. Y sí hubiera hecho mecánica que es lo que me gustaba en vez de Administración de Empresas? Y si hubiera trabajado en algo para costearme parte de la carrera? Y si no hubiera invertido en esos pomposos masters de finde que quedan tan bien pero no sirven para nada? Y si hubiera aguantado en ese trabajo canalla que aunque aburrido, me daba de comer? Y si? Y si? Y si…?

Trabajas o estudias, me decían en mis años mozos para arrancarme conversación. Trabajo y estudio, respondía yo para continuarla. Y si ahora alguien tuviera la curiosidad de preguntarme, diría lo mismo. Y es que de verdad que creo que ambas cosas ni son fases que empiezan y terminan, ni considero que sean alternativas o alternas. Hace unos años escribí un post para hacer ver al hijo de un amigo que quería dejar de trabajar antes incluso de concluir los estudios primarios, que se estaba equivocando. De nada sirvió la contundente evidencia de que si una persona con titulación universitaria lo tiene complicado, alguien sin ningún tipo de formación, especialización o distinción roza lo imposible. La realidad unos años después cansado de aceptar lo que les salía y de salir por otros que hacía lo mismo un poco mejor, un poco más rápido y un poco más barato, se hizo nini. Y así está ahora, ni presente ni futuro. Y es que nunca entendió que salvo que sea un Froilan de la vida, toca estudiar para currar y en muchos casos, currar para estudiar.
Y vamos terminando. Creo que ha quedado lo suficientemente claro que para trabajar en lo que te guste y gustar en el trabajo, estudiar no es una opción y dejar de hacerlo tampoco. Pero para ello es importante hacerlo en algo que sea bueno y además, te guste. Recuerdo un gris financiero que me confesó en una noche de excesos que no debería haber hecho caso a su padre para estudiar económicas, y que tendría que haberse dedicado a su pasión, la mecánica de coches. Un día salió de la compañía con el mismo silencio con que entró, y a veces me gusta imaginar que por fin lo había hecho realidad. Decía Confucio que si encuentras un trabajo que te guste no trabajarás más, y eso es algo que también aplica a los estudios. Por gusto o por necesidad yo siempre he trabajado y estudiado, y espero seguir así siempre. Y si un día alguna de las dos cosas me pesa o me cuesta, es posible que sea una señal de alerta. Espero que no llegue.
Decía antes que la vida no es un juego, pero casi. Quería concluir este post con la letra de una conocida canción de Kenny Rogers que es un auténtico as en la manga. Ahí va un extracto resumido y retocado…
“En una calurosa tarde de verano en un tren con destino a ninguna parte viajaba con un jugador. Los dos estábamos muy cansados para dormir y mirábamos por la ventana a la oscuridad. Hasta que el aburrimiento nos alcanzó, y él comenzó a hablar… Hijo, he pasado toda mi vida leyendo la cara de la gente, y sabiendo por sus ojos las cartas que iban a jugar. Y veo en los tuyos que ases no te quedan, y por un sorbo de tu whisky te daré un consejo… Yo le entregué mi botella y se bebió mi último trago, sacó un cigarrillo y fuego me pidió. Y en la noche silenciosa y con cara inexpresiva, me contó. Si vas a jugar, debes aprender a jugar bien tus cartas. Has de saber cuándo mantener y cuando doblar, cuando irte y cuando seguir… Nunca cuentes tu dinero si aún estás en la mesa, ya habrá tiempo al dejar de jugar. Cada jugador sabe que el secreto para sobrevivir es saber qué cartas tirar y qué cartas conservar. Porque cada mano es ganadora y cada mano es perdedora. Y lo mejor que se puede esperar es en tu sueño morir. Y cuando terminó de hablar se volvió hacia la ventana, apagó el cigarrillo y se perdió en el sueño. Y en algún lugar oscuro con el juego terminado, encontré en sus palabras el as que era para mi».
Porque esto es misterhello y estamos para eso, para hablar de comunicación interna de una forma diferente.¿Hablamos?