BASADO EN HECHOS REALES

CCXLVIII | EN EL TRABAJO HAY FANTASMAS, Y FANTASMAS…

misterhello
Jose Manuel Hernando

Director Creativo ATREVIA 

«En ocasiones veo muertos» que decía el niño del sexto sentido, y a mí me pasa lo mismo pero con los fantasmas y en el trabajo, porque como las meigas, haberlos haylos. Y cuando hablo de fantasmas, lo hago en el sentido más amplio de la denominación abarcando todo el listado de acepciones que acepta la RAE. Y de eso voy a hablar en este post, de fantasmas, fantoches y fantasmones con bola y sin bolas, en mi experiencia laboral. Vemos. Leamos.

Según la RAE un fantasma es un muerto que se aparece a los vivos, o un espantajo que sale por las noches a asustar a las personas. Bueno hay muchas más definiciones, pero me quedo con estas dos para enmarcar el contenido de mi post, basada en mis experiencias reales en el trabajo. Porque sí, lo bueno que tiene llevar muchos años cotizando a la seguridad social es que has vivido mucho y con muchos, y fantasmas me he encontrado a más de uno y de diez. Y tal cual lo viví, tal cual os lo voy a contar.

Fantasmas hay de muchos tipos, y en las empresas más. Voy a empezar hablando de unos cuantos que me he cruzado en procesos de selección en ambos lados de la mesa. Recuerdo especialmente a un diseñador que entrevisté hace años que se presentó sin book porque decía que antes quería ver qué le ofrecía, y si estaba a la altura de sus expectativas. Otro en el otro lado de la mesa, se pasó toda la entrevista presumiendo de sus premios y reconocimientos, sin hacer ni el más mínimo caso a lo que yo le contaba o preguntaba. Y por supuesto no podía dejar fuera un candidato a creativo que, tras una exitosa entrevista y varios intentos fallidos de localizarle para hacerle una oferta, desapareció. Unos días después me mandó un mensaje invitándome a dejar de acosarle, y me bloqueó en todas sus redes sociales. Ni idea de la intrahistoria que hay detrás…

Creo que esta historia ya la he contado, pero me voy a repetir. Tenía un compañero que era un fantasmón de manual. No había límites en su imaginación para la autoconstrucción de su leyenda. Según contaba, había sido misionero y legionario, y había formado parte de las COES. Había estado en misiones humanitarias en Ruanda, en trifulcas bélicas en el Líbano, y en contraterrorismo en Irlanda. Contaba en su haber con tres ironman, y poseía dos récords Guinness. Como buen fantasma apareció un día y desapareció otro. Mucho después por casualidades de la vida que no vienen al caso, descubrí que todo lo que contaba era real, lo que demuestra que los fantasmas también pueden existir.

fantasmas laborales

Foto Original:

Cartel película «Ghost in the Shell»

1995

Mamuro Oshii

Otro de mis fffffffantasmas mmmmmmmemorables fue hhhhhhhherman. Y le llamo así porque él insistía en que le llamáramos así. Le entrevisté tal que un miércoles, le fiché tal que un jueves y se incorporó tal que un viernes. Ese mismo día, que llegó dos horas tarde sin demasiadas explicaciones, me dijo que había olvidado decirme que tenía un festival tecno en Alemania, que volvía el miércoles de la semana próxima, y que el avión le salía a las 12. El martes apareció de nuevo en forma de llamada de teléfono para informarme que se quedaba dos días más, a lo que yo respondí que no se molestara en volver. Curiosamente lo hizo, y como se le negó la entrada se dedicó a ponerme a parir en sus redes sociales. Ni recuerdo su cara porque apenas le vi cinco minutos…

Y es que si algo tienen los fantasmas es que aparecen y desaparecen cuando menos te lo esperas. Recuerdo una hijisima que me colocaron sin preguntar, y que respondía al nombre de Charlot, Claudet, Chambré o algo de ese pelo. Entraba cuando le salía de ahí, y salía cada vez que le entraba la gana, y entre medias se pasaba el día fantasmeando sobre sus fiestas, viajes, amantes y regalos. Nos obligaban a darle trabajo porque si no, papuchi se quejaba. Era insoportable, inútil, arrogante e idiota. Un día no volvió y nadie preguntó ni respondió. Un fantasma con sábana de Gucci.

Meto también en la categoría de Fantasmas a Val, no por como era sino por como iba; cargado de cadenas. Era un diseñador online heredero de Sid VIcious que literalmente se vestía en la ferretería del barrio. Debía llevar 5 kilos de cadenas en su cuello, chupa, cintura y botas, y sabías que se acercaba porque sonaba como un centurión de guardias pretorianos. Fantasma también el que tomando la agencia por un free coworking, iba todos los días a trabajar. Cuando varios meses después alguien le preguntó a qué departamento pertenecía, recogió sus cosas y sin escusas, hizo mutis por el foro para no volver jamás.

fantasmas laborales

Fantasmas en el trabajo hay muchos. De mis primeros clientes en mi andadura en agencia fue un tipejo de una conocida marca de cosméticos al que preparé más de 10 propuestas sin que jamás me comprara nada. Al poco descubrimos que era un becario que al más puro estilo “pequeño Nicolásinventaba trabajos para hacerse el importante y darse a conocer en las agencias de comunicación. De mis segundos clientes fue el típico vieja gloria al más puro estilo “Gloria Swanson”, en un puesto manifiestamente muy por debajo de su caché. Gustaba dejarse invitar por las agencias a lujosos restaurantes con la promesa de interceder a nuestro favor en propuestas de comunicación fantasmas, que obviamente nunca llegaban. A la segunda comida desaparecía sin dejar rastro.

Otro fantasma histórico fue una tal Mirella. Formaba parte de una plantilla milenaria y jurásica que antaño heredé, con menos motivación que un camarero del 100montaditos. Cuando entré, la tal Mirella estaba de baja por maternidad, y durante los años que formé parte de la compañía empalmó baja con baja hasta que justo antes de irme, se volvió a dar de baja por otra maternidad. Nunca nos vimos, nunca hablamos, hasta dudo que existiera. Como otra persona en esa misma empresa cuyo nombre no recuerdo y cuyo trabajo era contactar con famosos. Y aunque según decían hacía su trabajo si alguien demandaba sus servicios, nunca jamás la vi por la oficina.

Y concluyo con un fantasma real. Una vivienda en el centro de Madrid rehabilitada para oficina con una leyenda sobre una famosa soprano asesinada por su amante. Se bromeaba mucho con el fantasma de la Reme, que era como se llamaba, pero en los últimos años nunca dio pruebas de su existencia. A pesar de la obra de rehabilitación el piso era oscuro y siniestro, y una noche que me quedé más tarde de lo esperado, juro que escuché su voz interpretando una aria de Puccini. Seguramente fuera el tocadiscos de un vecino colándose por las rendijas de ventilación, pero yo que soy poco de creer en los sobrenatural estoy seguro que esa noche la Reme me regalo el portento de su voz desde donde quiera que estuviera. Y tú? Has tenido alguna experiencia con fantasmas fantásticos o reales?

Porque esto es misterhello y estamos para eso, para hablar de comunicación interna de una forma diferente.¿Hablamos?

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