PENSANDO PENSANDO…
CCXXII | GENERACION DE CRISTAL; HAN CAMBIADO LOS TIEMPOS, O SOMOS NOSOTROS LOS QUE HEMOS CAMBIADO?

Jose Manuel Hernando
Director Creativo ATREVIA CU&PE
Son los jóvenes unos quejicas que a la menor de cambio saltan, unos vagos que no entienden lo del esfuerzo, unos ilusos que se creen que triunfar solo es desearlo, o unos irresponsables con una ambición laboral ilusoria? No será que siempre ha sido así y nosotros ya lo hemos olvidado. Pues mas o menos sobre esto va este post. La polémica está servida. Veamos. Leamos.
Estoy en la playa estos días por lo de conectar y desconectar, ya sabes. Llevamos años haciendo de la última semana de junio un previo vacaciones, ya que tradicionalmente es un territorio comanche entre el fin del colegio y el principio de los campamentos. La cuestión es que tradicionalmente establecimos Mojacar como cuartel de verano por el clima y por la facilidad para no hacer nada sin tener cargo de conciencia. Sociables como somos y a fuerza de practicar diabluras en la cabeza de nuestros hijos, nos hicimos amigos de Nana, la trenzadora de pelo que año tras año plantaba su puesto en la puerta del hotel. La cuestión es que después de tantos años la hemos visto crecer a ella y a su hija Fátima hasta que han igualado cabezas. Y aquí es donde llegamos a la historia tema que abre este post.
La otra noche durante la obligada salida por el paseo marítimo las vimos. La pandemia había hecho crecer a una y decrecer a otra. Depende de la hora de día, ofrecen sus servicios de trenzado en la puerta del hotel, junto a los bulliciosos chiringuitos o en la entrada de las discotecas. Y como era noche, tocaba la puerta del MOMA. Nuestra amiga Susana que goza del don de la bendita locura, tras el efusivo saludo y la ágil puesta al día, se dirige a la silenciosa Fátima y señalando la puerta de la discoteca con complicidad la dice “en unos añitos nos vamos juntas ahí dentro”. Y ella sin apenas pestañear responde “no, no podré porque tengo que trabajar…”.
Fátima tiene 6 años y es una mea. No es una mena porque ha tenido la gran suerte de tener a su madre magrebí para acompañarla desde su infancia. De su padre no habla porque igual no tiene nada que decir, pero esa es otra guerra. Ella como su madre no entiende de jornada intensiva, derechos laborales o beneficios sociales. Desde que es bebé se han acompañado en sus maratonianas jornadas laborales, y eso de que hemos entrado en la era del ocio es una realidad que solo se pueden permitir los habitantes del primer mundo a los que día a día, trenza el pelo. A ella igual que a nuestros abuelos, la han grabado a fuego el que en esta vida nadie te va a regalar nada, y sabe que en cuanto pueda, su deber es contribuir al sustento familiar con su trabajo. Y punto. Fátima no es un ejemplo de nada, pero es un ejemplo de como las verdades cambian en función de la realidad que le ha tocado vivir a cada uno.

Cartel película «La jungla de cristal»
1988
John McTiernan
En las largas sobremesas posteriores a las comidas playeras, da tiempo a hablar de todo y por supuesto, el tema de la juventud es un clásico incombustible. Da igual que yo insista en que los jóvenes no cambian, que los que hemos cambiado hemos sido nosotros. E incluso no funciona el recurrir a los clásicos como la famosa citas atribuida a Sócrates sobre la juventud. No respetan nada, no tienen valores, no saben lo que es el esfuerzo, lo quieren todo y lo quieren ya, están manipulados o andan perdidos, son los tops de críticas más recurrentes con que uno afirma y los demás asienten.
Yo tengo mi opinión al respecto, y es que no creo que los jóvenes de hoy en día sean muy distintos a los jóvenes que éramos nosotros, pero tengo la impresión de que hay cosas que sí han cambiado, y es que desde que son el target de moda que van a salvarnos del pasado, se les escucha. Y ya sabes lo que pasa cuando alguien le dan la oportunidad de hablar, pues que dice lo que piensa, aunque no piense lo que dice. Y dicen que quieren trabajar pero poco, y cobrar, pero mucho. Y que eso del ordeno y mando no es para ellos. Y que por qué tienen que ir a una oficina si trabajan mejor desde casa. Y que si no vas con los nuevos tiempos, échate a un lado. Y que ni vivir para trabajar ni trabajar para vivir. Y que lo de un trabajo para toda la vida no es vida. Y que quiero estar ahí y quiero estar ahora. Y que por lo que me pagas no curro. Y muchas cosas más que no dicen porque tampoco quieren ir de listos, que lo son, o por su currículo lo parecen.
Vamos, que piensan más o menos como nosotros con su edad, solo que ellos pueden decirlo porque alguien les está escuchando. Y es que tenemos el firme convencimiento de que estas nuevas generaciones de grandes capitulares poseen algún tipo de don o conocimiento que nosotros los más mayores ignoramos o sencillamente, hemos olvidado. Y como nadie sabe hacia dónde va el futuro pero todos quieren estar en él, se les deja hacer. Y se les quiere muchito, aunque de pan poquito, que para eso son jóvenes. Y nos sorprenden con su arrogancia, su falta de empatía y su temeridad. Nos encoleriza su soberbia, su falta de empatía y su prepotencia. E intentamos poner en valor nuestra experiencia sabiendo que es lo único que podemos lanzar contra su línea de flotación. Y miramos con rencor sus currículos perfectos, sus pechos perfectos, sus sonrisas perfectas, sus sueños perfectos. Porque en el fondo sabemos que si fuéramos los mirados, seriamos como ellos, pensaríamos como ellos y haríamos lo mismo que ellos.

Y es que el ciclo natural de vida decía que los hijos tenían que recorrer el mismo camino que los padres, y que era misión de estos el guiarles y vigilarles para que no tropezaran en las mismas piedras. Pero esto que funcionó con la generación de nuestros padres, con nosotros solo a medias y con la de nuestros hijos, ni por el forro. Es posible que la sociedad cada vez sea más inmadura y por ello, no quiera comprometerse con nada ni con nadie. También es posible que vivamos en un mundo tan materialista que la ausencia de espiritualidad haya minado nuestros valores. E incluso puedo admitir que las nuevas tecnologías han multiplicado de forma exponencial la capacidad de confundir y manipular a las personas. Pero sinceramente creo que ni nosotros teníamos las cosas más claras que nuestros hijos con su edad, ni pensábamos de forma tan responsable, ética y coherente como les exigimos ahora.
Es verdad que yo he tenido que soportar a engreídos candidatos que pretendían hacer de la entrevista de trabajo un showroom donde desplegar mi oferta para ver si cuadraba con sus expectativas personales y profesionales. También es cierto que me sorprendido con la distorsión de la realidad y la nefasta gestión de expectativas con que muchos aprendices de ejecutivo agresivo aterrizan en el mercado laboral. E incluso reconozco haber sufrido con asombro a recién licenciados que ocupando un puesto de cierto poder bien prestado bien regalado, ejercen tal tiranía sobre los proveedores que parecen lectores aventajados de My Kampf.
Decir para terminar que este post me lo he escrito casi de una atacada en la piscina mientras de fondo sonaba una de esas canciones sorprendente machistas que bailan las mismas personas que abanderan la causa feminista. Lo digo porque esto solo es una opinión de todo a cien sin apenas haberla reflexionado, ni argumentado con certeras cifras, ni consensuado con sesudas fuentes del internet. Pero de verdad que cada vez estoy más convencido que aunque hayan cambiado muchos los tiempos, las personas y las sociedades, los jóvenes son jóvenes, siempre han sido jóvenes, y siempre han actuado como tal. Si nosotros no estamos de acuerdo con ellos, es porque sencillamente ya no somos como ellos. El que yo no acepte el trap o el regetón es por la misma causa que mis padres no entendían el heavy o el punk. Y por la misma que los suyos no toleraban el rock o el cha cha cha. Así que por favor, dejemos de cuestionar a los jóvenes y empecemos aceptar que nos guste o no, esto es la nueva realidad. Y más nos vale que nos adaptemos a ella porque todo apunta a que la nuestra no es ni por aproximación, la nueva verdad. He dicho…
Porque esto es misterhello y estamos para eso, para hablar de comunicación interna de una forma diferente.¿Hablamos?