PENSANDO PENSANDO
CCXLVI | SI EL ZAPATO LE QUEDABA TAN BIEN A CENICIENTA, CÓMO DEMONIOS LO PERDIÓ?

Jose Manuel Hernando
Director Creativo ATREVIA
Nunca has pensado que algo falla en el mágico mundo de colores de Disney? Que bajo esa almibarada fachada pululan con absoluta impunidad una caterva de caníbales, pederastas, torturadores, genocidas y asesinos en serie, entre otros? Sí, y es que como el nuestro, su mundo tampoco es que ande muy bien. En este post me voy a divertir extrayendo el síndrome de sus celebridades más conocidas, y llevándolos al entorno laboral para ver qué sale. Veamos. Leamos…
Antes de la pandemia publiqué un post sobre síndromes en el que listaba los más conocidos, y los asociaba a perfiles y comportamientos profesionales. El post estaba bien, pero en este quiero ser un poco más gamberro. Todos conocemos el universo Disney porque nos ha acompañado en nuestra infancia, adolescencia y más allá. Pero es posible que nunca hayas pensado que los comportamientos de sus héroes y villanos son un compendio de síndromes que si no figuran en ningún manual de psiquiatría, merecen estarlo. Ahí lo dejo. Y como este es un blog en el que hablamos de la gente que trabaja y del trabajo de la gente, pues en esa pista lo vamos a aterrizar. Vamos. Despegamos…
Primera parada el SÍNDROME DE ALICIA, llamado así por la capacidad de algunas personas de vivir en un eterno país de las maravillas. Son los típicos compañeros buenrollistas que dan los buenos días, todos los días, con un mensajito lleno de corazones, mariposas, piruletas y unicornios. La lectura ideal para tus primeras deposiciones matutinas. Durante la jornada laboral la cosa no mejora, pues son tan majos, tan buenos, tan simpáticos y tan colaboradores, que dan ganas de estrangularlos cada vez que les ves en la máquina del café. Ceden y se someten a todo y a todos para evitar conflictos. Si no fuera porque me consta su educación calvinista, pensaría que son adictos a las setas.
Continuamos el SÍNDROME DE BELLA, la versión Disney del famoso de Estocolmo según el cual, acabas estableciendo vínculos afectivos con tus secuestradores. Por supuesto por raptor hablamos del típico mando que ejerce un mandato tiránico sobre su equipo con el cuento clásico de cualquier maltratador; que lo hace por su bien. Y sí, es cierto, pero por el suyo propio. Porque para que Bella se fije en Bestia, o se pone muy bestia, o le dan más calabazas que la carroza de Cenicienta. Y de ella hablaremos ahora…

Cartel película «The great Rock’N’Roll Swindle «
1980
Julien Temple
Sí, porque el famoso SÍNDROME DE CENICIENTA es el que sufre un profesional cuando cree que los trabajos más ingratos, desagradables, poco cualificados y menos reconocidos, siempre le caen a él. Son agotadores pues se pasan tooooodo el día quejándose de tooooodo y de tooooodos, pero sin mostrar ni demostrar toooooda su supuesta valía. Y claro, pasa lo que pasa, que a diferencia del personaje del cuento ni hada madrina, ni carroza, ni príncipe, ni zapatito, ni nada de nada de nada. Y pasa sin dar pena ni recibir gloria, hasta que un día cual ceniza en el viento como en la canción de Kansas, desaparece y se olvida…
Y le toca el turno al conocido SÍNDROME DE PETER PAN, al que responden esos profesionales de patente y patética inmadurez que incapaces de aceptar responsabilidades y tomar decisiones, abdican en sus equipos y compañeros mientras ellos disfrutan de la vida. Y aquí entrelazamos con el SÍNDROME DE WENDY, llamado así por el personaje de hermana mayor del cuento que va enmendando las torpezas de Peter Pan, por miedo a ser rechazada por sus legos. En el entorno laboral responde al tipo de persona con un grave problema de asertividad, que acepta cualquier tipo de responsabilidad aunque no le corresponda, para no ser excluida u olvidada por sus superiores, inferiores o iguales.
Por supuesto, hablando de Disney no puede faltar el SÍNDROME DE BLANCANIEVES, nombre que no viene por la ingenuidad de la empalagosa protagonista para vivir sin pensarlo con 7 hombres adultos, sino por su malvada madrastra y su negativa a envejecer. Y es que el miedo a dejar de ser joven es común tanto en el mundo personal como en el profesional. La necesidad de seguir sintiéndose admirado responde a un trastorno narcisista de la personalidad, y motiva una completa falta de empatía por los compañeros, especialmente por los más jóvenes. Todos conocemos casos así de ambos sexos, patéticos y molestos hasta que o bien admite la realidad y se reconvierte, la rechaza y entra en depresión, o la ignora y alcanza nuevas barreras de patetismo.

El caso Winnie the Pooh daría para un post entero de psicopatías. Empezamos por el SÍNDROME DE TIGGER y su insoportable déficit de atención que le inhabilita para mantener el interés y el esfuerzo en una única cosa. Si hablamos de un mando o compañero con este síndrome, son personas que mantienen cientos de proyectos abiertos sin cerrar ninguno, y siempre están a la búsqueda de uno más. En el extremo opuesto está el SÍNDROME DE CONEJO, ese personaje obsesionado con el orden y las cosas bien hechas con un grave problema de TOC, que no tolera ni el más mínimo error, desorden o desajuste. Y en el mismo cuento, el SÍNDROME DE IGOR, ese burrito melancólico, siempre tristón y depresivo que para más inri, lleva una cola falsa pegada con un alfiler que pierde a la menor de cambio. A que te suena a más de uno?
Por supuesto no puede faltar el SÍNDROME DE PINOCHO, mentirosos patológicos y compulsivos que ocultan o tergiversan la verdad porque sencillamente no pueden evitarlo. Aunque en la vida real no les crezca la nariz, si lo hace su ego, pues se creen más listos que los demás. Y del mismo cuento encontramos el SÍNDROME DE PEPITO GRILLO, un personaje preciado y apreciado siempre pendiente a dar el mejor consejo, al que consultamos cuando dudamos, y capaz de poner sentido común en cualquier situación. Sí, pelín listillo y aguafiestas, pero tenerle cerca te puede salvar el culo en más de una ocasión. Y por supuesto, el SÍNDROME DE GEPETO, que responde a la supuesta decepción o frustración determinados mandos cuyas apuestas de equipo consideran no están a la altura de sus expectativas. El problema viene de la diferencia entre desear lo mejor o diseñar lo mejor, que por supuesto no es lo mismo.
Y podríamos seguir así eternamente hablando de Ariel y su marcado Diógenes, de Rapunzel y su incómodo trastorno bipolar, de Pocahontas y su manifiesta sinestesia, o de Bambi y su extremada hipersensibilidad. Te invito a que continúes tú con el juego y adaptes los personajes a tu realidad laboral. Yo por un tema de metraje lo dejo aquí, aunque no dudo que no vuelva en el futuro con más síndromes temáticos, tomando como referencia el Universo Marvel, Juego de tronos o la mismísima Biblia. Y si no has encontrado respuesta a la pregunta que da titulo al post es muy sencilla, porque era idiota, sin más. Te espero en el próximo post de misterhello en el que no hablaremos del gobierno.
Porque esto es misterhello y estamos para eso, para hablar de comunicación interna de una forma diferente.¿Hablamos?
Muy brillante ,,, y divertido