BASADO EN HECHOS REALES

CCIX | IKIGAI; ES EL ODIO ADMIRACIÓN MAL GESTIONADA?

MISTERHELLO
Jose Manuel Hernando

Director Creativo #ATREVIA

(Prefiriendo al farero de Capdepera, que al vigía de Occidente)

Tiempo de lectura estimada: 2 minutos

Decimos que con el covid amamos más que siempre, pero yo lo que veo es que odiamos más que nunca. El estrés laboral y personal se ha apoderado de nuestro ánimo y el pesimismo existencial con que vivimos tamiza lo mejor de cada uno, y hace que saquemos lo peor de cada otro. En un momento gris casi negro como este, sugerencias de mejora introspectiva como el Ikigai florecen como setas tras la lluvia. Y aunque yo no soy muy de esto de la autoayuda, la filosofía que hay detrás me ha llamado la atención, y por eso lo comparto. Veamos. Leamos…

Me he dado cuenta de una cosa. Sé que puede parecer una simpleza y seguramente lo sea, pero he sido consciente de que yo odio. Odio mucho y odio a muchos. Odio a los que creo peores y a los que se sienten mejores. Odio a los que veo distintos y a los que miro como desiguales. Odio a los que no opinan como yo y a los que cuestionan mi opinión. Odio a los que odian y a los que hacen odiar. Mis odios me alimentan y me despistan de lo que realmente amo. Me impide crecer y hacer que mi entorno crezca. Nubla mi entendimiento, me convierte en peor persona y reduce mi valía profesional. Pero ya estoy cansado de tanto odio, y con la misma sencillez que he sido consciente de ello, voy a dejar de odiar. Como dejé de fumar, o de tomar gaseosa. A partir de ahora, se acabó el odio. Palabra.

Porque creo que vivimos en un mundo con demasiado odio, y como dice Dani Rovira en su monólogo del mismo título y cuya conclusión reproduzco al final del post, el odio es una especie de admiración mal gestionada. Y es que es verdad. Odiamos al inútil de nuestro jefe, al pelota de nuestro compañero, al rastrero de financiero, a la borde de la recepcionista, al caprichoso de nuestro cliente, al pesado de nuestro proveedor, al imbécil de nuestro subalterno, al borrego del de compras… Y odiamos sin disimulos. Mandamos emails agresivos, tenemos conversaciones alteradas, mantenemos reuniones fuera de tono, lanzamos comentarios airados llenos de amenazas, agresiones verbales y descalificaciones. Y ese odio no deja de ser una forma de dar rienda suelta a nuestras frustraciones, y en tiempos tan frustrantes como los que estamos viviendo, el odio es como un cáncer que nos consume y corrompe. Por eso yo digo basta ya…

El otro día mi amada María a la que aunque lejos siempre siento cerca, me habló de Ikigai, un término japonés que más o menos significa “nuestra razón de ser”. El término se ha popularizado gracias al éxito de un libro que comparte técnicas milenarias basadas en la cultura japonesa, para descubrir la intersección entre lo que queremos, podemos, debemos y necesitamos. Bueno, más o menos. En este gráfico se ve mejor . El objetivo último es hacer un viaje interior para conocer lo que de verdad nos hace vivir mejor personal y profesionalmente, y reconocer las posibilidades que tenemos para alcanzarlo. Además como los kinder sorpresa tiene premio pues según dicen, vivir mejor hace que vivamos más. Y para demostrarlo, aseguran que en la región nipona originaria de esta filosofía, la longevidad de sus habitantes es sustancialmente superior a la media nacional y mundial. No sé yo cómo se come eso con el elevado nivel de suicidios por cuestiones laborales en el país del sol naciente, pero entiendo que como en el resto del mundo, lo que pasa en las grandes urbes se queda en las grandes urbes.

ikigai
Foto Original:

Cartel película «Vivir»

1952

Akira Kurosawa

La realidad es que muchas, muchísimas personas se sienten insatisfechas con su vida. No hablo de alguna faceta vital concreta, sino de la vida en general y de la profesional en particular. Su actividad laboral no les parece relevante, ni comparten el propósito de la compañía. No se sienten reconocidos, valorados o integrados en su entorno, y no se ven capaces de destacar ni cambiar. Y si encima no llegan a final de mes, ni te cuento. Ni viven para trabajar ni trabajan para vivir, y encima con esto del covid le añaden otro tópico; y que no falte. Y ese estado de abatimiento genera odio intenso, ponzoñoso, constante y letal. Y es lo que tiene el odio, que lejos de construir destruye, y sinceramente creo que ahora debemos ser más de mirar juntos que de sacarnos los ojos. Por eso en otro momento haría oídos sordos a cosas como esta, pero ahora en la medida de mis posibilidades, igual puede hacer que alguien lo oiga y escuche. No sé…

Me centro. Lo que más me ha llamado la atención del Ikigai es que no es el típico método para alcanzar la felicidad, sino que va mucho más allá. Ikigai es la búsqueda de nuestra motivación en la vida, un camino para encontrar nuestro objetivo vital a partir de un conocimiento interno profundo. Esto puede sonar a mindfulness tántrico, pero creo que existe bastante lógica en el hecho de que si uno encuentra su lugar en el mundo y el camino para llegar, podrá vivir su vida con mayor determinación y optimismo. Hace muchos post escribí sobre una idea básica: qué pasa si no eres el número uno? Y es que nos enseñan que el éxito es ser el mejor. Pero, y si eres el segundo mejor? O el veinticinco mejor? Estás condenado a ser unos eterno infeliz? Esto va de ser o loser? Si realmente todos fuéramos conscientes de que la zona de confort no siempre está en lo más alto de la pirámide social y laboral, veríamos el mundo de otro modo. En ese post yo declaraba sin pena ni gloria, que personalmente me declaraba un gran segundo. No segundón, segundo. Y sigo creyendo lo mismo, aunque odie.

Porque sí, todos preferimos odiar. Recuerdo un vídeo del gran Victor Martín (siempre le antepongo el “gran” porque aunque no es un tipo muy grande, es un tipo muy grande) en el que decía que se había pasado toda la vida odiando a los pijos, hasta que un dia fue consciente de toda la gente interesante que el odio le había impedido conocer. Y fue ahí donde empezó su viaje interior para dejar de odiar. Igualmente yo también he pasado muchos años odiando a las personas cuya situación privilegiada les había favorecido allí donde yo y gente como yo, tanto hemos tenido que luchar para llegar. Llámales pollos, peras o polloperas. Y como el gran Victor, un día decidí valorar a las personas y no a su situación. Ahora que ya no odio a los pijos, tengo que aprender a dejar de odiar a los idiotas, los abusones, los jetas, los tirados y los incívicos, independientemente de que sean pijos, Boy Scouts, enanos albinos o Austrohúngaros.

ikigai

Pero vayamos poco a poco, porque mientras hablo de dejar de odiar, noto como me sube la furia por el tipo o tipa que ha dejado el coche en doble fila, y por el que lleva media hora pitando, aunque sé que no han pasado ni dos minutos. Lo siento, soy muy nuevo en esto de dejar de odiar. Volvemos al tema del Ikigai y recordamos el tema del equilibrio. Lo primero que hay que hacer es buscar la intersección entre lo que nos gusta hacer y lo que somos buenos, lo que determina tu pasión. Luego, la intersección entre lo que eres bueno y lo que te pueden pagar, y eso marca tu profesión. Continuamos con lo que te pueden pagar y lo que puedes ofrecer al mundo, y hablamos de tu vocación. Y por último, lo que puedes ofrecer al mundo y lo que de verdad te gusta, y podemos decir que esa es tu misión. Y una vez tengas claros estos cuatro conceptos, contrástalo con tu realidad para descubrir lo que deberías cambiar. Aquí dejo un link de una web que detalla mucho mejor que yo cómo hacerlo…

Y hablo así de amor y de odio, mientras por el telediario veo los disturbios de Barcelona que nada tienen que ver con la liberación del supuestamente famoso supuestamente rapero, al que deberían condenar no por libertad de expresión, sino por mal músico. Y me reitero en lo de que el odio no deja de ser una reacción seguramente de envidia por un problema de admiración mal gestionada, o por una frustración bien gestionada, por otros… Y abro y cierro con odio. Dani Rovira es un tipo por muchos muchísimos amado, y por algún que otro despistado, odiado. Si no has visto su monólogo “ODIO” en Netflix o en vivo, te recomiendo que lo hagas. Aquí te dejo el final textual que me parece que bajo la sencillez que le caracteriza en todo lo que dice, encierra muchas verdades que cada uno debería aplicar en lo que hace. Porque como perfectamente podría haber dicho Séneca, «La vida es demasiado breve como para gastarla odiando». Te cedo la palabra Dani. Paz y amor hermano =)

“He odiado, hasta hace muy poquito. Pero he llegado a una conclusión, y es que odiar, no lleva a nada. Odiar es una pérdida de tiempo, una pérdida de energía. Odiar es una ganancia de úlcera, de estrés. Incluso enfermedades… Qué suerte que podamos vivir rodeados de personas cuya presencia en nuestra vida lo que hacen es, mejorarla. Nos hacen más felices, nos inspiran, nos divierten. Nos ayudan a ser mejores. Por eso me da pena la gente, que les odia… Nunca queramos ser como ellos, porque cuando nacieron rompieron el molde, nos podríamos frustrar, es imposible. Ojalá podamos llegar algún día a ser nosotros mismos. Eso ya sería un auténtico triunfazo. Y mientras tanto, mientras lo conseguimos o no, vamos a relajarnos. Vamos a dejar de competir contra el uno, contra el otro. Compite contra tí mismo para ser un poco mejor que el último día. Y si tienes un día malo, permítetelo, no pasa nada. Y si por lo que sea, en algo, eres el número uno, chapó. Me quito el sombrero. Pero si en ese algo eres el mil quinientos ochenta y cuatro, chapó también, porque vas a vivir mucho más tranquilo. Tanta envidia, tanto odio. La envidia es una especie de admiración mal gestionada. Coge tu ira, coge tu odio, coge tu miedo, coge toda tu mierda y ponla aquí delante, canalizala, y haz de esto algo que merezca la pena. Odiar es de cobardes. Sabéis lo que es de valientes? Decir te quiero. Eso sí es de valientes…”

Gracias Dani. Solo como despedida, una banda sonora de lujo para este post podría ser este temazo de Marwan y Nach. 5 gramos de resentiminto. Va por ustedes…

Porque esto es misterhello y estamos para eso, para hablar de comunicación interna de una forma diferente.¿Hablamos?

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